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Estamos en plena ola de calor. Las temperaturas se acercan o rebasan los 40 grados en muchas zonas del país, justo cuando miles de personas se preparan para marcharse de vacaciones. Carreteras saturadas, maleteros a rebosar, nervios por el tráfico... Y a menudo, también, un perro en el asiento trasero o el maletero. Todo parece estar bajo control, hasta que llega una parada para repostar, estirar las piernas, pasar por el servicio. Y entonces uno de los ocupantes da la voz de alarma: ¡Coco se ha quedado dentro del coche!
Basta un cuarto de hora para que el despiste sea fatal. En solo 15 minutos, un perro encerrado en un coche expuesto al sol puede morir. No hace falta que sea mediodía. Con temperaturas tan extremas como las actuales, el interior del vehículo puede convertirse en una trampa mortal en cuestión de minutos. Y el animal, por desgracia, no tiene forma de defenderse.
Es solo un momento, pero...
El cuerpo de un perro no regula el calor como el de los humanos. Ellos no sudan como nosotros. Para enfriar su organismo dependen del jadeo, un mecanismo que resulta insuficiente en espacios cerrados, sin ventilación y con aire recalentado. En el tiempo que te lleva repostar, mirar algo de los productos que venden en la gasolinera, pagar y pasar por servicio tu perro ya puede estar sufriendo los primeros síntomas de un golpe de calor: jadeo excesivo, babeo, debilidad o incluso pérdida de conocimiento.
Si el animal muestra alguno de estos signos hay que actuar de inmediato. Lo primero, sacarlo del coche y llevarlo a un lugar fresco. Después, ofrecerle agua en pequeñas cantidades y aplicar compresas húmedas o una toalla mojada en su cuerpo. Si no da síntomas de mejora o está ya muy afectado, lo más sensato es llevarlo al veterinario sin perder ni un minuto.
¿Romper la ventanilla?
A pesar de lo extendido que está el bulo, no es legal romper la ventanilla de un coche para rescatar a un perro atrapado, por muy urgente que parezca. Lo correcto es llamar al 112, explicar lo que ocurre y dar la ubicación exacta. Serán los servicios de emergencia quienes actúen y valoren la situación. Eso es lo que dice la ley. Ahora bien, quizá pienses que lo correcto es salvar la vida al animal, más allá de preocuparte por si te denuncian y tienes que acabar pagando el cristal. Y nosotros no pretendemos orientar a nadie en cuestiones morales.
Donde sí actúa con firmeza la ley es en la responsabilidad del dueño. La Ley de Bienestar Animal no deja lugar a dudas. El artículo 59 establece que "el medio de transporte o contenedor, incluso si se trata de vehículo particular, disponga de un sistema de climatización y ventilación a efectos de mantener a los animales dentro de su rango de confort, disponiendo los contenedores de manera que todos los ejemplares dispongan de las mismas condiciones climáticas y de ventilación".
Condiciones términas adecuadas
El artículo 60 va en la misma línea: "cuando los animales de compañía deban permanecer en vehículos estacionados, se adoptarán las medidas pertinentes para que la aireación y la temperatura sean adecuadas". Es decir, no se trata solo de tener el coche apagado o de dejar una rendija en la ventana. Si no se garantizan las condiciones térmicas, se incurre en una infracción.
Las consecuencias pueden ser importantes, y no hablamos solo de la posibilidad de empezar las vacaciones de forma trágica, sino también de las multas económicas. El artículo 74 lo especifica: "se considera infracción grave toda conducta que por acción u omisión y derivada del incumplimiento de las obligaciones o de la realización de conductas prohibidas impliquen daño o sufrimiento para el animal, siempre que no les causen la muerte o secuelas graves". En estos casos, la multa va de los 10.001 euros a los 50.000 euros.
Pero si por desgracia el perro muere por el exceso de calor, la sanción se endurece. En ese supuesto, la infracción parte de los 50.001 euros y puede llegar hasta los 200.000 euros; un dineral, sí, pero la ley entiende que dejar a un animal atrapado en condiciones que pongan en riesgo su vida no puede justificarse como un simple despiste.